martes, 1 de abril de 2008

FIMA








( 1991 )
AMOS OZ ( 1939 –
Premio Príncipe de Asturias de las letras 2007.
SIRUELA 2007

“O de vagas y corrosivas tribulaciones que desde la distancia nos recuerdan de cuando en cuando que allí,, fuera y dentro, casi al alcance de la mano, hay algo fundamental a lo que siempre te estas dirigiendo y que siempre te pierdes por el camino: te llamaron y olvidaste ir. Hablaron y no escuchaste. Abrieron y te demoraste hasta que se cerró la puerta, porque preferiste satisfacer algún deseo cualquiera. El mar del silencio arroja secretos y tú estabas ocupado en resolver asuntos triviales. Preferías ir corriendo a agradar a alguien que también lo ha de perder todo por el ansia de agradar a alguien…”

Me costó avanzar sobre las primeras páginas de esta novela, reeditada después de 16 años por SIRUELA, siguiendo con angustia, desazón y malhumor las torpezas, las sórdidas costumbres de solterón, los desaciertos y calamidades del posponedor crónico que es Fima, el personaje de esta novela.

Creo que toca miedos, todo el potencial para tener una buena vida creativa, un intelecto privilegiado, ideas a las que no terminamos de dar forma por tener que salir corriendo a cumplir alguna obligación banal, en la que no dejamos, ni extraemos nada que sume a nuestras vidas y a las vidas de los demás.

Todos, amigos, ex parejas, padre, han esperado casi la vida entera para ver a Fima haciendo algo que muestre sus capacidades y el se mantiene sub. empleado en un consultorio medico, imaginando artículos y soluciones políticas para la convulsionada Israel de esos años. Invadiendo la vida de sus amigos con su soledad. Consolando mujeres solas.
Escribiendo sus sueños en su libreta marrón, durmiendo mucho, ya que durmiendo encontraba menos falsedad que cuando estaba despierto, Aunque ya había comprendido que la verdad no estaba al alcance de sus manos, quería alejarse lo mas que podía de las pequeñas mentiras que llenaban la vida diaria.

Pero a diferencia de todos los que lo rodean que manejan con habilidad los retos de los quehaceres diarios domésticos y profesionales, Fima conserva el alma de niño, que como su padre deja escrito, conoce las diferencias entre el bien y el mal.
Termino la novela sintiendo el mismo cariño y admiración con el que tiene subyugados a todos sus amigos a pesar de sus torpezas.

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